Si usted es optimista no continúe leyendo, solo va a terminar odiando a este autor que desborda pesimismo.
Escucho en la radio que la temperatura es de 25 grados y el locutor osa invitarnos a disfrutar el "invierno".
Un compañero me comenta que tendrá que estudiar para presentar un concurso "No te preocupes, ya conseguí el examen", me informa enseguida. Llega a mi mente la frase "Ellos hacen como que me pagan; yo hago como que trabajo". Dalí tiene razón: somos más surrealistas que él.
Hoy no voy generalizar, hoy solo quiero relatarles una experiencia personal que creo vale la pena dar a conocer. Hace un año tuve la oportunidad de ser seleccionado junto con otros once compañeros por parte del IPN para realizar los estudios correspondientes a los primeros dos años universitarios dentro de una institución francesa. Mis once compañeros y yo formábamos parte de la décima generación de este intercambio y llenos de esperanza partimos hacia lo desconocido.
Si bien sabemos que la educación en México es un desastre, existen algunas instituciones como el Politécnico Nacional de las que no dudamos en calidad y en las que ponemos toda nuestra confianza y deseos de superación, por esta razón todos partimos convencidos de que siendo alumnos de excelencia dentro de una institución de esa índole, con esfuerzo y trabajo lograríamos salir adelante. Mentira.
Al empezar a cursar nuestros estudios, ya en el viejo continente, nos percatamos que no teníamos ni siquiera las nociones de ciertos temas que habían sido abordados con profundidad en los liceos de ese país. Debido a estas razones muchos de mis compañeros poco a poco se fueron rezagando, viendo cómo la educación que habían recibido y en la que habían sido catalogados como "excelentes" era, en el mejor de los casos, insuficiente. En esta dinámica transcurrió todo el año escolar, en el continuo descubrimiento de las fallas gigantescas en nuestra educación. Ante esto muchos optaron por la mediocridad y se dieron por vencidos, otros lucharon hasta el final pero las bases mal cimentadas no pudieron sostener el nuevo edificio construido; por último hubo algunos que reconociendo las deficiencias en nuestra enseñanza, decidimos re-aprender y así construir los cimientos para posteriormente construir sobre ellos. El resultado: Sólo los últimos aprobaron el año. ¿Cuántos? 4. ¿El resto? fueron expulsados de la universidad francesa por su bajo rendimiento escolar. Sus familias los recibieron con aplausos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
El CECyT 9 del IPN es la escuela mejor clasificada por la prueba ENLACE del nivel medio superior a nivel nacional; a esta institución pertenecieron seis de los doce alumnos que conformaban el intercambio académico. De estos seis tan solo cuatro evitaron ser expulsados por su bajo rendimiento escolar. Es decir, en estadísticas duras, tenemos que de los doce alumnos de excelencia seleccionados por el IPN el 75% fue expulsado, y de la mejor escuela del nivel medio superior el 34%. ¿Dónde estamos si alumnos de excelencia de la mejor escuela del país fracasan por su bajo rendimiento escolar en el extranjero? ¿Qué clase de educación superior estamos impartiendo? Estamos solo creando analfabetas con título profesional, esto más que un fracaso educativo es un FRAUDE.
Esperen, ¿Fraude?. No, así vivimos todo: solo es surrealismo educativo.